11/12/12

Cartagena de Indias. Entre resabios de la colonia, cirugías miamezcas y realidades devastadoras.


Llegué a Cartagena vía terrestre desde Santa Marta. Para quienes tenemos la suerte de recorrer la tierra por la tierra misma es mucho más sencillo hacer un análisis de una ciudad en base a impresiones mas amplias. Si no la recorremos de punta a punta caminando, entonces lo hacemos en bus, desde abajo y sin vidrios polarizados.



Cartagena tiene diversos contrastes que puede observar cualquiera que la atraviese en una buseta local. Eso es lo que pude observar en el bus que me condujo desde la terminal hacia mi alojamiento en el centro de la ciudad.




La primera impresión fue rara. Un choque con la realidad. La bella Cartagena que muestran en las revistas de viaje lucía pobre, sucia y desorganizada. Cartagena como otras tantas tiene la cara demasiado pintada.



A medida que me acercaba al centro los colores comenzaban a cambiar y las construcciones también. De precarias casitas a edificios de lujo y palmeras que hacen juego con el calor insoportable de la ciudad.



Llegar al centro es confirmar que las fotos de las revistas no son mentira. Amplias construcciones de la época de la colonia se erige en lo que se conoce como la ciudad amurallada. Esta parte, de las mas antiguas de la ciudad, se encuentra rodeada de esta muralla levantada para protegerla de los piratas.

La Torre del Reloj. Ingreso a la Ciudad Amurallada

Mirando hacia la Torre del Reloj, entrada principal de la ciudad amurallada y dando un giro de 180 grados hacia la zona de playas de Bocagrande se pueden observar los edificios lujosos que conforman la zona mas pudiente de la ciudad y en donde se encuentran los hoteles que albergan a los turistas que llegan a la misma.

Hoteles de Bocagrande


En Cartagena hace mucho calor, Aun cuando uno haga le esfuerzo para levantarse a recorrer temprano la ciudad no se verá recompensado siquiera por una brisa matinal acogedora. El sol madruga para rajar la tierra. La gente es particularmente cálida y muestra una afecto especial por los argentinos, probablemente por el gran caudal de compatriotas que llegan a la ciudad año tras año.



Los atardeceres de la ciudad son bonitos, especialmente en la playa, aunque sin dudas no sean las bonitas de Colombia.

Atardecer en las playas colombianas.

Y a medida que cae la noche, para los turistas que se hospedan en la Calle de la Medialuna, el escenario se transforma a una comunión de ext4ranjeros, prostitutas y borrachos que transitan las calles al ritmo de la champeta y la bachata que suena desde las ventanas.



Cartagena tiene su encanto, como toda ciudad de excesos y contrastes. Necesario conocerla para entenderla aunque no haya logrado hacerme suspirar de amor.

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