A veces las cosas salen mejor de lo que uno lo espera. Y eso lo llena de buenas energías. Pero a veces, uno tiene la nube gris que lo sigue encima convirtiendo el día en una sátira de dibujos animados. Y cuando eso pasa, es difícil recambiar las energías.
Llegamos a Ambato el mismo día que escalamos el Cotopaxi. Volvimos a Latacunga. Tuvimos la suerte de que nos llevaran a Ambato y al llegar allí el cielo se puso gris.
No hay con que darle, cuando los lugares transmiten vibras negativas, a quienes el viajar nos ha puesto extremadamente sensoriales, nos da en la nuca con un golpe seco.
Caminamos buscando hostales económicos. Conseguimos dar con uno por 4 USD pero la habitación no tenía candado. Entonces, fuimos a comer y nos encerramos allí resguardando nuestras cosas.
Al otro día, intentamos alistarnos para vender en la calle, la policía del municipio nos informó que no estaba permitido asique luego del despliegue, tuvimos que levantar campamento e irnos.
Decidimos que Ambato no era un buen lugar para quedarnos, desayunamos y nos fuimos a buscar nuestras mochilas que habían quedado en el hostal.
Después de 5 meses y 20 kilos encima, la mochila me pasó factura y dejó zafar una de las manijas de la espalda en un grito desesperado por ser liberada. Con la mochila en ese estado, nos fuimos hacia la terminal en busca de un bus que nos quitara de allí y nos llevara hacia Baños.
Pagamos el derecho a terminal (un curro que no entiendo todavía y que te saca monedas por pisar por unos minutos el suelo de la estación de buses) y una vez adentro nos dijeron que no había desde allí buses directos hacia Baños. Lo que debíamos hacer era coger un bus que se dirigiera al oriente y quisiera pararnos en Baños.
Subimos a uno, nosotros y dos alemanas. Luego de unos minutos una señora se acercó amablemente a reclamarnos los asientos (no habíamos comprado pasaje aún porque no los habían querido vender). Nos dirigimos al chofer a preguntarle por nuestros asientos y nos dijo que debíamos bajarnos del bus porque no había espacio para llevarnos (claro que a las alemanas no las bajaron).
Comenzamos a preguntar por otro bus, ninguno quería llevarnos a Baños. Una persona en la terminal nos informó que debíamos tomar un bus hacia el Mercado Mayorista y de ahí caminar hacia la parada de buses que iban a Baños directamente y salían cada 5 minutos.
Allí fuimos, 40 minutos para cruzar la ciudad. Llegamos al Mercado Mayorista y nos indicaron caminar otros 15 o 20 minutos hacia una estación de servicio por donde pasaban los buses. Allí estabamos, cuando de lejos vemos el bus y le hacemos señas, pero siguió de largo. Los choferes nos hacía monigoteadas mostrándonos quien sabe que lugar al que debíamos dirigirnos para tomar el bus. Corrimos, bueno, corrimos es una forma de decir. Con 20 kilos encima correr es toda una fantasía. Finalmente subimos al bus, estábamos camino a Baños para que al llegar nos recibiera un arcoiris inmenso. Como para comenzar a renovar energías. Como para recuperar la sonrisa.
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