28/7/12

La gente brota por doquier. Chachapoyas

Chachapoyas se ubica en la región de la amazonia peruana, aunque si bien de densa vegetación y excesiva humedad, es la zona donde las sierras centrales terminan y comienza la verdadera selva.

Para coronar mi estadía allí tuve el placer de conocer a Jairo. Una persona única y llena de alegría. Jairo es un lugareño que nos acompañó hasta los sarcofagos de Karajía, en una de nuestras caminatas. Habia algo en él, tenía un brillo especial en los ojos, una sonrisa con ventanas que dan directo al alma y las mejillas regordetas y curtidas por el sol.

Observé que me miraba y tomando la iniciativa le pregunto: -¿tenes novia?,

-¿qué?- me repregunta,

-si tenés enamorada - (todavía hay palabras que aún olvido son distintas).

-No- contesta

-¿y no queres ser mi enamorado?- le pregunto.

Negativa de su parte.

Permanecimos un rato alli y antes de irnos lo miro a los ojos y le digo -estoy triste porque no queres ser mi enamorado-.

Me miró y se sonrió (sus mejillas ya estaban lo suficientemente curtidas como para darme cuenta si se habia sonrojado) sus amigos reían. Me tomó de la mano como buscando remediar su desplate y me escolotó todo el camino de vuelta asegurandose de que no me sintiera cansada. Me prometió que esperaria a crecer y luego iria a visitarme.

Jairo tiene seis y una sonrisa constante, una energía incontenible y una caballerosidad que no le entra en sus escasos centímetros de altura. Me regaló miles de besos y nos despedimos.

Luego de este suceso sobrevino la reflexión. En estos pueblos, el amor o el instinto, hacen brotar nuevas vidas. Almas que viven con mucho menos de lo que "los civilizados" estamos a acostumbrados a tener. Almas que nacen con el privilegio de contemplar miles de estrellas y que ponen el cuidado de sus días en manos de los apus.

Valorar las estrellas es una de nuestras mayores cualidades, nacidos en ciudades cuyas luces se pierden y confunden entre los astros tapados por densas nubes de smog, jamás podremos ver el despliegue de semejante espectaculo en la selva de cemento.

Me pregunto si eso, que es de alguna manera objeto de nuestra envidia, no es para ellos mas que un escenario, una verdad otorgada que se encuentra allí, de manera estática y casi invisible ante sus ojos.

Porque aún cuando el destino se hubiera encargado de hacernos nacer en aquel lugar que consideramos el más encantador del mundo ¿podríamos valorarlo tanto si fuese lo único que conocemos?.

Quienes han nacido en lugares en donde la naturaleza te saca el aire, son sin duda privilegiados. Tienen el privilegio de no conocer la mierda de la gran ciudad, pero de algun modo carecen de la capacidad de elección. Han brotado allí, como brota una semilla en tierra fértil y muchos de ellos morirán allí, cerrando el ciclo de manera perfecta, formando uno con el paisaje, para siempre.

Si serán mas o menos felices de quienes hemos tenido el mal designio de haber nacido en estas selvas de cemento, no lo sabemos. Lo que es casi seguro es que no tendrán la posibilidad de elegir vías alternativas de felicidad.

Serán felices por lo que les ha sido otorgado, por haber sido puestos en lugares alejados de la envidia y la ley de la supervivencia del mas apto, pero será una felicidad sin elección. Vivirán su vida tal como les fue otorgada, como saben vivirla, lejos de la capital, afortunada o desafortunadamente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario