Máncora es el destino obligado para los amantes del surf y la playa. Sin dudas, el descanso merecido luego de arduas caminatas y aprendizaje cultural.
Para mí Máncora fue mas que eso. Máncora fue un encuentro con seres encantadores, casi mágicos. Fue una experiencia que siempre llevaré guardada en el corazón.
Llegué a Máncora y me hospedé en un alojamiento en el centro de la ciudad. Sin embargo, la persona que me había alojado en Trujillo me había recomendado insistentemente un lugar para quedarme un poco más alejado del centro, pero igualmente cerca.
Me costó ubicar a Yola, ella estaba de viaje durante mi llegada a Máncora. Hasta que finalmente se comunicó conmigo.
Yola tiene una casa en Máncora, en dónde con solo entrar se siente la energía trasnformadora de todo aquel que ha pasado por allí. Es su casa, pero también la casa de todos los viajeros que la habitan temporalmente. Allí se ve su impronta, en las pinturas y firmas en sus paredes, en los legados que han dejado con sus historias.
Yola es de esas personas que no se encuentran fácilmente. Es un ser único, que te inspira y empuja a seguir adelante.
Durante mi estadía en Máncora aprendí muchas cosas, tanto de quienes me rodeaban, como de mi misma. Tuve la oportunidad de trabajar de varias cosas para ir amortizando el viaje. Aprendí el oficio de mesera, vendí trufas en la playa y hasta surgieron algunos trabajos de fotografía que no esperaba.
Así me di cuenta que los caminos que se abren son innumerables, que hay que salir a buscar, pero lo que ocurre, la gente que se te cruza en el camino, no es producto de una mera casualidad. Todo lo que pasó de alguna manera tenía que ocurrir. Así estaba escrito en la historia de mi vida, antes de que exisitiera vida.
La vida y como se gestan los caminos,dependen de una serie de hechos articulados que se suceden de manera misteriosa y que si estamos lo suficientemente dispuestos, nos sorprenden sin más.
Lo único importante es salir a buscar, no importa qué ni cómo. Simplemente salir. Aprovechar las oportunidades del mundo, ir atando cabos. Estar atentos. Vivir cada una de las dudas. Es en esas vivencia en donde encontraremos las respuestas. Se trata de luchar contra nuestros propios demonios para llegar cada vez más lejos. Para llegar a lugares inhóspitos.
Me voy de Máncora, dejo atrás la impagable sensación de haber tenido un familia, lejos de la familia.
Me llevo desafíos, oportunidades, ganas de seguir delante. Dejo atrás algunos miedos, conservo algunos otros y miro adelante esperando que el viaje siga sorprendiendome, gratamente, como hasta ahora.