16/10/12

Nunca tanto, nunca tan poco.

Y van seis meses. Nunca estuvo en mis planes ponerle fecha de expiración a mi viaje, aunque inconscientemente, o no tanto, a estas alturas ya me proyectaba en Buenos Aires, perdida, intentando recomenzar la vida normal en la jungla de cemento. Eso, cuando aún costaba estar en el modo "dejarse llevar".
Hoy, después de seis meses y en la otra punta de Sudamérica, sigo rememorando los motivos por los cuales partí. Y están ahí, intactos. La curiosidad, las ganas de saber que había allí afuera, la idea de eriquecerme con el encuentro con culturas diferentes, con el contacto con otros viajeros con ideas tan similares y tan disímiles al mismo tiempo, escapar un poco de la rutina y de la creación de un yo que no era el que quería.
 Y cuando el modo "dejarse llevar" se enraizó en mi inconsciente, sin darme cuenta se transformó en una forma de vida, al menos, por ahora y por el tiempo en que quiera seguir transitándo tierras foráneas.

Decidir dejarme llevar es un alivio para mí y a veces un peso para quienes me rodean. No es fácil decirle a los viejos "estoy bien, no se cuando voy a volver". Y aun cuando las ideas van decantando de a poco, cuando la vuelta probablemente esté mas cerca que antes, aún queda camino por recorrer.
Extraño, sin dudas. Extraño los asados en familia. Extraño volver a mi casa un sábado y que mi mamá cargue la heladera con municiones de mi predilección. Extraño los mates con bizcochos de grasa con amigas, los miercoles ferneteros, al club teletubi, del cual, si aún no me han desplazado por ausencia reiterada en mis funciones, sigo conservando la presidencia.
Me he perdido muchos cumpleaños, el primer casamiento de una amiga con su consecuente despedida de soltera, me pierdo la primera comunión de mi hermano y alguna que otra celebración. Pero he ganado mucho y se que todos de alguna manera entienden que estoy loca, y que no hay nada que hacer contra ello. Pero que así como loca, soy una loca linda que los quiere y extraña y sobre todo se porta bien (o mas o menos).
Este es un manifiesto de agradecimiento a mis viejos, y a todos los que me rodean. Porque cuando uno se va, el proceso lo hacen todos. Y desde acá, se siente más fuerte que nunca su apoyo y su empuje.

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