2/3/13

Algo tiene que cambiar


El debate del día a día me agota y hasta diría que me aburre. La inseguridad, la inflación, la falta de educación, la opresión del trabajador, los salarios bajos... Todos somos expertos opinólogos y extremadamente críticos a la hora de establecer culpas y responsabilidades. Creo que el hombre ha evolucionado al punto tal que logramos que las palabras fluyan más rápido que los pensamientos y que nuestro dedo índice esté mas afilado que un cuchillo tramontina. ¿Evolución o involución?



El problema de que un empleado público no cumpla con sus labores en el trabajo no tiene que ver con un Estado ineficiente. El problema de la mala distribución de los recursos de un país no tiene que ver únicamente con un Estado corrupto. El problema de la falta de seguridad no tiene que ver con la falta de policías en la calle. El problema de la ineficiente distribución de los recursos no tiene que ver exclusivamente con la codicia de unos pocos.


Atrás de cada uno de los males que aquejan al mundo hay cuestiones que van más allá de la relación causa - efecto que fácilmente establecemos para realizar nuestros análisis de la nefasta situación en la cual vivimos actualmente.
Entonces, no le echemos la culpa al estado o a los empresarios. O si, culpémolos, pero asumamos nuestras responsabilidades. 
En un mundo donde cada ser eligiera vivir conforme a lo que lo hace feliz, educara a sus hijos para que busquen su felicidad y entiendan cual es su misión en la tierra. En donde cada persona dejara de preocuparse por generar dinero para comprar cosas innecesarias. En donde nadie permitiera la explotación indiscriminada de los recursos, cuidara el agua que corre por sus canillas, reciclara los residuos no degradables y aprendiera a reutilizar. En un mundo donde todos colaboráramos con aquellos que nos rodean en un ambiente de cooperación continua. Cuando entendamos que las fronteras son sólo lineas imaginarias que nos encierran en un pedazo de tierra que nos aisla y nos priva de muchos de los recursos del planeta y que además nos distingue del resto por el solo hecho de haber nacido en un lugar determinado. En un mundo en donde estas cosas sucedieran no existiría la codicia, la envidia, la frustración, la indiferencia, el miedo, el egoísmo. 


Estos sentimientos son las raíces del mundo que tenemos. Y esto no sólo les afecta a los estados o a los empresarios. Queremos dinero para comprar cosas que resultan innecesarias. Generamos toneladas de residuos al año de cosas que podríamos volver a utilizar. Cambiamos el auto cada cinco años, el televisor cada dos, la ropa cada temporada.  Abusamos de la utilización del agua. Creemos que hay que cerrar las barreras comerciales, porque consideramos que por tener en nuestra tierra los recursos que allí dentro se generan, son inevitablemente nuestros y de nadie más. Nos quejamos de nuestro empleo todos los días de nuestra vida pero nunca nos animamos a hacer lo que nos hace felices. Vamos por la vida sin mirarle ni siquiera la cara al que tenemos al lado, nos olvidamos de decir gracias y de pedir perdón. No respetamos las opiniones de los demás, sus creencias y elecciones sinceras de vida. No valoramos las instancias de contacto con la naturaleza, no escuchamos su mensaje.


Si, es verdad, hay muchas cosas que deberían cambiar, el mundo que tenemos ciertamente dista del que queremos. Entonces, se me ocurren dos opciones, así sin demasiados preámbulos: o nos matamos todos, y esperamos que de la nada, evolucione una nueva especie llena de bondad y amor por el entorno que nos rodea o hacemos algo por cambiar lo que tenemos. Yo no me quiero inmolar, creo que hay demasiadas cosas bonitas por ver y por hacer en este mundo. Yo veo el vaso medio lleno.


Dejémonos de culpar al otro, dejemos de ver los motivos superficiales de nuestras desdichas, dejemos de esperar simplemente que las cosas cambien. Lamento informarles que ese mundo distinto que queremos depende únicamente de nosotros. Algo adentro nuestro tiene que cambiar. Y ese cambio va a llegar cuando dejemos de luchar contra nosotros mismos y empecemos a vernos con una mirada sincera.

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