El mate siempre fue mi compañero fiel y debo reconocer que no concibo la vida sin él.
Siempre fui respetuosa de las reglas que le dan el marco al ritual y aprendí a preparar "buenos" mates mirando las explicaciones de Landriscina en la tele. Pero sólo me di cuenta de todo lo que tomar mate involucraba cuando me tocó contárselo a los extranjeros que fui conociendo durante mi viaje.
Claro, nunca lo había pensado, el mate es el mate, uno lo hace por inercia. Se levanta y se prepara unos mates; se acaba el agua de la pava y se levanta a preparar otra; se rompe el mate y compra otro y lo "cura".
Pero explicar cómo se toma el mate y por qué, sin olvidarse de nada, buscando los motivos que expliquen porque nadie quiere tomarse el último, es otra historia.
Debido a esto es que me pareció un desafío dejar plasmadas estas cuestiones. Por si alguna vez tengo que volver a explicarlo, porque es un desafío, es un texto que no se escribe en un día. Porque pensar en el mate es recordar anécdotas e historias, disparar mil emociones. Seguro me olvido de cosas. Están invitados a colaborar a mejorar en este "manual con tintes de oda".